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¿Somos más infieles que ellos?

¿Somos más infieles que ellos?

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Por Pamela Toribio Foto Miguel Jimenez Atencia

El ser infiel no siempre ha sido socialmente reprobado. Incluso, ha habido épocas en las que la infidelidad ha sido aplaudida, especialmente en el lado masculino. Antes, era hasta cierto punto entendible debido a los matrimonios pactados sin que hubiera amor de por medio, ya que se veía más como un trabajo que como un lugar para el amor. Actualmente, en la mayoría de los países, los matrimonios por pacto han terminado y, con ello, la infidelidad ha pasado a otro plano. Sin embargo, ahora podemos ver que cuando se incurre en este tipo de relación la carga moral se le atribuye al tercero y se le otorga el título de causante de “la destrucción” de la pareja, depositando en él o en ella todos los prejuicios sociales en relación a la infidelidad. Conversamos con la terapeuta sexual y de pareja, Ann Benjamín, quien nos explicó que los que suelen caer en esta práctica son “personas enamoradas”, que actúan en contra de sus creencias y valores (saben que están engañando a una tercera persona), pero que continúan en la relación porque se sienten correspondidas y utilizan el autoengaño como mecanismo de defensa.

Una vez superada la primera etapa de enamoramiento y satisfacción sexual mutua, viene el proceso de “oficializar” la relación, lo cual es fuente de mucha frustración porque se registran muy pocos casos exitosos de relaciones extramatrimoniales que culminan como relaciones oficiales. La experta señala que él o la amante desconoce o niega la dominación a la que se están sometiendo porque las reglas las impone la persona casada y no da margen de maniobra. Simplemente se va adaptando sin percibir cómo se va modificando su carácter y autonomía. Estamos ante una persona con una inseguridad notable (baja autoestima) que pone su energía en aquella relación, a pesar de que es consciente de que no cuenta con la valoración ni el reconocimiento que desearía.

RECONOCIENDO LOS MOTIVOS

Quizás uno de los retos centrales de la postura del amante, cuando la situación deviene en algo más lastimoso que gozoso, es analizar más allá del amor que experimenta por su pareja, si quiere permanecer en el triángulo como elección consciente o por necesidad. Si estamos manteniendo una larga y profunda relación con una persona casada, debemos estar alerta de hasta qué punto nos estamos engañando a nosotros mismos. La experta aclara que para nuestro bienestar psicológico y emocional, es imprescindible que: le crea totalmente cuando le dice que no romperá su matrimonio y que no le crea cuando le dice que lo romperá para quedarse, si hasta ahora no ha hecho ningún movimiento por cambiar su estado, por muy cariños@ y atent@ que sea. Si sus actos no están en sintonía con lo que dice, no se puede creer nada.

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