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En primera persona: Diario en cuarentena de Carolina Santana

En primera persona: Diario en cuarentena de Carolina Santana

Leandro Sanchez

La comunicadora, quien se ha destacado por su alto compromiso con el buen periodismo dominicano, nos comparte una de las páginas de su Diario en Cuarentena, para nuestra sección “En primera persona”.

Texto: Carolina Santana  Foto: Lauren King

 

Hace varios meses, en nuestra conversación del episodio especial por el Día del Padre en “La gran pregunta”, algo le sacó una carcajada a mi papá. Al verlo reír, le pregunté si era feliz y lo pensó. Me di cuenta que lo pensó; y mi corazón pasó de la alegría de verlo reír a un miedo inquietante de que su respuesta a mi pregunta fuese negativa o dubitativa. Entonces, me armé de valor, y se lo pregunté. Con miedo a que me dijera que no era feliz, le cuestioné por qué lo pensó. Me dijo: “Lo pienso, caramba, porque habiendo tanta tragedia en el mundo, es una barbaridad. La felicidad es casi un egoísmo, habiendo tanta tragedia y tantas cosas que han pasado. Pero, bueno, ya; soy feliz por estar vivo, y por todos los que están alrededor y por los días que faltan, porque faltan”.

Esta cuarentena privilegiada, con comida en abudancia, con todo lo necesario y algo más, me ha hecho sentir mucho, mucho agradecimiento, pero es un agradecimiento un poco traicionero: no se tarda en convertirse en remordimiento. No pasa ni un minuto completo y empiezo a sentir culpa por haber sentido dicha en medio de tanto dolor y tanto infortunio. A veces quiero escribir algo sobre lo agradecida que estoy por tener salud y alimento y techo y amor, y me entra una duda tan terrible de que no debo.

No sé si esto que le pasaba a mi papá y ahora a mí, le pasa a alguien más, pero es muy poderoso y muy extraño. Es como no saber qué sentir.

Lo escribo y siento que debo disculparme por si en efecto esto es insensato, si pensarlo o sentirlo o publicarlo es insensato. Lo escribo, en parte, porque algo me dice que en el fondo es una reflexión sobre el mundo y sus sistemas: mientras lo básico sea un privilegio, mientras no todos estemos bien o tengamos condiciones para sentirnos tranquilos, no creo que podremos del todo sentir alegría sin remordimiento.

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Quizás hay que repensarnos la vida, la comunidad, las leyes, los sistemas, las relaciones con los demás en el tiempo posterior a todo esto… “por los días que faltan, porque faltan.”

 

Para seguir su trabajo de cerca, @carosantanas

 

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