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¿Por qué no siempre es suficiente el activismo de sillón?

¿Por qué no siempre es suficiente el activismo de sillón?

Leandro Sanchez

Si no sabes muy bien a qué nos referimos con esto, sigue leyendo para que de una vez por todas entiendas de qué va.

Texto: Leandro A. Sánchez   Foto: Fuente externa

 

Rosa, desde siempre se ha considerado una abanderada y defensora de las causas sociales… “Así cualquiera”, le recriminan sus amigos, desde la comodidad de tu penthouse o casa de veraneo. Pero entonces, ¿cómo lo hace? Pues a través de las redes sociales, medio por el que ha optado para expresar su parecer y desacuerdo con las distintas realidades socio-políticas que vive el mundo que nos ha tocado vivir. Y es precisamente esto lo que sociológicamente se ha tildado de activismo de sillón, un nuevo modo de contribuir a la concientización de temas y problemáticas, quizás una de las bondades que ha traído consigo el universo de las redes.

Ahora bien, respecto al nivel de compromiso que esto supone y la eficacia del frenético activismo que ocurre desde la comodidad del sofá donde muchos descansan, ¿de qué manera puede esta acción cumplir su cometido?… Para que no haga contrasentido “se debe tener muy claro que más que un post en Twitter o Instagram, la vida social y comunitaria exige el trato, el diálogo y el encuentro real, mientras que las redes sociales, no,  los que tarde o temprano supone un adormecimiento de los ideales”, explica el antropólogo dominicano José Ernesto Ruiz, quien entiende como un caso de éxito dominicano, las manifestaciones ocurridas en la Plaza de la Bandera, a raíz de la suspensión de las elecciones de febrero 2020. Por igual, el movimiento del 4% a favor de la educación. “Lejos de haber sido organizados y/o convocados a través de las redes sociales, el éxito de ambos casos radica en que movió a los dominicanos a actuar, a juntos luchar por ambas causas.

No cabe duda alguna de que el activismo de sillón favorece el concienciar a las masas.

Hoy día este tipo de activismo resulta necesario. Sus resultados están demostrados. Sin embargo, no siempre es suficiente, o mejor dicho, no deberíamos contentarnos con sólo expresar nuestra postura. “Esto porque aunque resulte ilógico, las redes sociales no siempre son el escenario ideal para propiciar el diálogo abierto y sin restricciones. Sabemos que podemos añadir y borrar amigos; por igual los comentarios que hacemos. Hasta cierto se puede controlar, de manera virtual, con quienes se entra en relación, creando así una burbuja virtual que no siempre corresponde con la realidad, llegando incluso a pensar que estamos cumpliendo con nuestra cuota”, concluye Ruiz, destacando que aunque se escuche desalentador, “muchas veces recurrimos a este tipo de acciones para sentirnos bien con nosotros mismos”. Pero que esto no sea una excusa para no seguir en esto, pues como bien arrojó un estudio de la Universidad de Georgetown llamado “The Dynamics of Cause Engagement”, el activista de sofá está más comprometido y participa más en acciones reales que los usuarios que no utilizan las redes sociales para estos fines.

A fin de cuentas, no podemos negar el gran impacto en términos de difusión que tiene el internet y que no posee el activismo tradicional. Portales en línea como change.org o jompeame.com, iniciativa local, han revolucionado la forma en cómo nos conectamos y pasamos a la acción.

 

 

 

 

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