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Una vida sin humo

Una vida sin humo

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Por Alexandra G Roca Foto Fuente externa

En el mes de junio del 2020 la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), autorizó la comercialización de IQOS como un producto de tabaco de riesgo modificado. Luego de esta noticia que marca un antes y un después en la historia del tabaco decidimos investigar  sobre diferentes aristas del tema, como la parte social, o el hecho de consumir este tipo de productos en momentos de crisis, como el actual causado por la pandemia del COVID 19.

Primero lo primero….

Las primeras hojas de tabaco llegaron a Europa en 1510 con el español Hernández de Oviedo, según las investigaciones del profesor O. Comes. Al inicio esta hoja se utilizaba de forma medicinal, para curar migrañas, mejorar la sordera, la bronquitis entre otros.

Con el paso del tiempo se fue modificando su uso y empezó a ser parte de momentos placenteros de recreación y ocio. La clase alta monopolizó el producto en Inglaterra provocando así una persecución de los fumadores hasta el Oriente, convirtiéndose este en uno de los primeros problemas que tuvo que superar el tabaco. Luego del siglo XVIII las prohibiciones y oposiciones fueron desapareciendo sin mayores repercusiones.

En el siglo XVIII los precios del tabaco se dispararon incrementando la presión fiscal y convirtiendo el fumar para un lujo al que solo la oligarquía podía acceder, explicó el periodista de la Rioja, Marcelino Izquierdo.

Hoy en día la industria tabacalera se ha encontrado con muchos frentes que dificultan su regulación y posibilidad de educar a sus consumidores de forma responsable y transparente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que el humo del tabaco mata en el mundo a más de 8 millones de personas cada año. Más de 7 millones de esas muertes se deben al consumo directo del tabaco y cerca de 1,2 millones son fumadores pasivos.

Mario Masseroli, presidente en América Latina y Canadá de Philip Morris Internacional, expresó en una rueda de prensa que la discusión sobre tabaquismo es muy ideológica y no se mira a los hechos ni a la evidencia científica. En pro de proteger la salud de los ciudadanos exhortó a que se dé información basada en hechos científicos.

Así mismo, en el Foro Global de Nicotina de 2020, la experta líder en regulación Patricia Koyacevir, aseguró que los gobiernos tienen en sus manos la más poderosa arma para reducir el daño por tabaquismo mediante una legislación adecuada, actuando de manera colaborativa con las compañías para acelerar esa reducción.

Hablemos del aspecto social…

‘’Yo dejé de fumar porque me di cuenta que a muchos de mis amigos les molestaba el humo, o cuando iba a saludar fumando, o después de fumar, sentía cierto rechazo o incomodidad de su parte. Incluso, me llegó a pasar que estando en un grupo, las personas tomaban cierta distancia de mi porque el olor les molestaba. Llegaba a mi casa y por más que me bañara, amanecía y la almohada olía a humo, al inicio esto no me molestaba, pero si me repercutía el sentirme alienado de mis amigos…’’, nos comentó Pablo, un joven empresario de 34 años.

El cigarrillo, si bien conocemos los efectos dañinos que tiene para la salud, es considerado por muchos como parte de un rito social. En los últimos diez años he podido observar como mucho de los millenials que iniciaron fumando durante su etapa universitaria, por ejemplo, adquirieron el hábito como ‘’fumadores sociales’’, siendo esta forma de fumar tan ocasional aceptada hasta por lo médicos.

A raíz de las inquietudes de los fumadores activos y pasivos con las secuelas del cigarrillo, y la falta de responsabilidad o conciencia ante el hecho decidimos hablar con el psicólogo clínico, Alejandro Kepp, creador de la cuenta de Instagram @simplepsych.

¿El ser humano necesita socializar? ¿Por qué? Si, necesitamos socializar porque somos animales sociales, incluso algunos psicólogos  y sociólogos nos describen como “ultra-sociables”, si analizamos un poco este tema desde una perspectiva evolutiva podemos llegar a la conclusión que el ser humano a sobrevivido por miles de años no por su velocidad, ni por su fuerza ni otra característica física, sino porque durante todo este proceso nos hemos mantenido unidos y ayudándonos unos a los otros, esto hace que para nosotros sea tan importantes socializar y crear vínculos entre personas.

¿Qué pasa cuándo sientes que tienes un hábito que le disgusta al grupo? Debido a lo que se mencionó anteriormente se sabe que los grupos tienen un poder bastante importante en nosotros, y esto ha sido comprobado una y otra vez en psicología social, aquello que llamamos “peer pressure” o presión social en español, es real. Es decir, podemos cambiar nuestros hábitos si nos encontramos con un grupo que tiene un alto nivel de disgusto a esto.

¿Cómo nos afecta el sentirnos alienados? El sentirnos alineados significaría la posible pérdida de ese grupo, lo cual va un poco en contra de nuestra necesidad de ser aceptados y de tener vínculos, por lo tanto siempre se busca la manera de intentar encajar y pertenecer, de todas maneras ocurren varias procesos a nivel individual en especial en el ámbito emocional: tristeza, miedo, enojo, confusión, etc.

Opciones

La empresa tabacalera Philip Morris Internacional lanzó en 2014 una opción menos nociva. Se trata del IQOS, un dispositivo libre de humo que calienta el tabaco por encima de los 350 grados por calada, lo que evita que esta hoja se queme y por ende reduce los riesgos de salud.

El cigarrillo convencional llega a una temperatura de 800 grados Celsius.

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El IQOS está compuesto de tabaco y agua. Cuando la cuchilla interna de la fuente calienta el tabaco, el agua se evapora produciendo un aerosol muy similar al del cigarro convencional, sin producir humo, cenizas ni dejar olor en la ropa o cuerpo del fumador o sus acompañantes.

Fumar en tiempo de crisis

La crisis sanitaria causada por el COVID-19 ha dejado muchas secuelas no solo en temas de salud física y económica, sino que la salud mental se ha visto afectada significativamente por toda la inseguridad y ansiedad que hemos arrastrado en los últimos meses.

Fumar y beber son de los vicios que se podían, o pueden aún, alimentar en el confinamiento por la cantidad de tiempo libre y por ser productos de fácil acceso y consumo. Por esto le preguntamos a la  psicóloga clínica de la salud y bienestar emocional, Priscilla Montero ¿qué nos hace vulnerables a volvernos dependiente de algo?

‘’La predisposición genética y el ambiente en donde nos desarrollamos, tienden a ser los factores que nos llevan a ser dependientes. Cuando hablamos de ambiente, tiene que ver con las vivencias que experimentamos, dónde crecemos, nuestra familia y círculo social y de influencia.

Existen personas y situaciones que nos exponen a terrenos fértiles para desarrollar dependencias físicas o emocionales.

Sucede también que una persona con la predisposición a la adicción, nunca la ha movilizado, pero surge una eventualidad en su vida que lo lleva al consumo y aquí se abre la puerta. Si todos somos distintos y crecemos en diferentes escenarios pues de la misma manera nuestro organismo y cerebro es diferente al del resto, unas personas tienden a ser más sensibles y otras necesiten de mayor estimulación.’’

En fin…

Lo ideal es no fumar ni estar cerca de quienes lo hacen, pero eso es una utopía que aún nos falta por alcanzar. La desinformación es uno de los males sociales más peligrosos, pero paso a paso podemos ir construyendo un futuro libre de humo, y en el que se regulen estos productos, se establezcan estándares de calidad, regulaciones diferentes para cada derivado del tabaco y se comunique y eduque de forma libre y acertada en pro del bienestar del consumidor.

 

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