Por Patricia Crusset Ilustración Ollyy
¿Cómo se vive la maternidad cuando no llega de la manera “tradicional”?
Eran las 11:00 a.m. cuando Luisa pasó por el laboratorio a recoger los resultados, pero no fue hasta las 6:00 p.m. cuando tuvo el valor para enterarse del contenido. Bueno, más bien una amiga abrió el sobre por ella y leyó el resultado: positivo.
Recuerda que inmediatamente llamó a su ginecólogo, y hasta la asistente de él “pegó” un grito por la felicidad. Luisa llevaba un proceso de ocho meses de preparación con un especialista en reproducción asistida, y ese “positivo” significaba muchísimo esfuerzo, también ansiedad y, sobre todo, esperanza.
A los 38 años había decidido ser madre y luego de dos años de intentos le confirman una “menopausia precoz” que, sumada con su edad, no la convertían en una candidata para concebir de manera natural. “El médico me explicó que por mi condición hormonal, el procedimiento que me correspondería era un in vitro”, resume Luisa, quien también rememora todas las dudas que le llegaron en ese momento…
El tema de la fertilidad asistida es complejo y delicado porque involucra emociones, sentimientos, situaciones familiares, altos costos y prejuicios.
¿Qué va a pasar?
“Una de las situaciones asociadas al tema de la fertilización asistida es la ansiedad anticipatoria, esa expectativa acerca de qué va a pasar, si será positivo o negativo el proceso al que se está sometiendo”, explica Evelyn González, psicóloga clínica, especialista en terapia de pareja y violencia intrafamiliar del Centro Vida y Familia Ana Simó.
González resalta que el estado de ánimo de la mujer a la hora de iniciar el proceso es importantísimo, “tomando en cuenta que ella es quien se someterá a todos los cambios”. De acuerdo a su experiencia, su recomendación es que los procesos de fertilización asistida se manejen a lo interno de la pareja y sólo se le comunique a personas muy allegadas, como los padres de ambos.
“La privacidad está dada por lo íntimo de este proceso, y si tomamos en cuenta que en un país como el nuestro, el no tener fertilidad, lo que la gente llama ‘común’, ya de por sí conlleva un prejuicio, se debe ser muy cuidadoso porque la gente ataca, aunque sea con la intención de hacer el bien. Por lo menos hasta que no pase el primer trimestre, mi recomendación es no hablar del tema”, puntualiza González, quien también tiene su consulta en el Centro de Asistencia Familiar (CAF), del Centro Médico Gazcue.
Si la reproducción asistida se realiza en compañía de una pareja, lo ideal es que ambos se psicoeduquen y no sea únicamente la mujer quien acuda a la consulta, ya que puede pasar por una depresión, que no necesariamente está asociada con un resultado negativo, sino porque en el proceso su pareja no supo cómo acompañarla, lo que acarrea una doble carga.
Cada caso es muy particular y no todos los que pasan por el proceso de fertilización asistida necesariamente se deprimen, dependerá de los rasgos de la personalidad y el apoyo que tenga. “Hay que trabajar de acuerdo al momento en el que se encuentran, ver sus recursos. Es muy integral, pues va de la mano con el ginecólogo, el psicólogo y la gente que le apoya”, concluye la especialista.
Tamara: “No podía renunciar a la idea”
A diferencia de Luisa, quien nos asegura que si la primera vez no había un resultado positivo jamás lo volvería intentar, Tamara Martínez estaba decidida a hacerlo las veces que fuera necesario. Intentó el procedimiento cuatro veces y cambió de especialista en varias ocasiones. La quinta vez optó por un vientre subrogado, y desde el pasado mes de abril ya tiene a su pequeña en brazos.
Aunque el proceso fertilización y el parto de la mujer que llevó en el vientre a la hija de Tamara se realizó en República Dominicana, hay muchas parejas y especialistas que prefieren no explorar esa opción, ya que en el país no existe regulación al respecto. Pero para Tamara, quien es hija única y soñaba con una familia numerosa, ésta era la opción más conveniente por aspectos de salud. “El médico me dijo que era muy riesgoso intentar un nuevo procedimiento in vitro, ya que tengo miomas en el útero, de los cuales me habían operado varias veces; necesitaba un momento en el que tuviera los menos miomas posibles, y no quería pasar por eso una vez más”, nos dice.
Tamara no cree en prejuicios. “Madre debe ser la persona que quiera ser madre”. Su recomendación a otras mujeres que piensan someterse al proceso es que busquen ayuda profesional, “alguien que tenga los conocimientos y el cuidado, porque están tratando con una ilusión tuya”.
“Va a depender de muchos factores: la edad de la mujer, si hay algún tipo de problema en el hombre, tanto en la movilidad como en la cantidad y forma de los espermas, y también a qué tipo de tratamiento fue sometido”, Alexander Montes de Oca, ginecólogo–obstetra y especialista en reproducción asistida.
El especialista
Pese a que se pueda creer lo contrario, los seres humanos somos muy malos reproductores. “La reproducción natural, sin ningún tipo de acompañamiento médico ni medicamentos, no sobrepasa el 20%. Con todas las técnicas de reproducción asistida, este porcentaje aumenta”, explica Alexander Montes de Oca, gineco-obstetra y especialista en reproducción de Medicalnet.
Lo recomendable es que una pareja por debajo de los 35 años que esté sosteniendo relaciones sexuales frecuentes, sin utilizar ningún método anticonceptivo, consulte un especialista si al año la mujer no ha quedado embarazada. Por encima de los 36 años, el período se reduce a la mitad.
Las técnicas de fertilidad asistida se dividen en dos: baja complejidad y alta complejidad. En la primera están los coitos programados y la inseminación artificial. En el segundo grupo entran la fecundación in vitro, la inyección intrasitoplasmática de espermatozoides y todo lo que se desprende de ahí, como vientre de alquiler, donación de esperma y diagnóstico genético. P
Cuando el sueño choca con la realidad económica
“Sentí que me estaban negando el derecho a ser madre”, dice Victoria. Desde el 2010, la Organización Mundial de la Salud define la infertilidad como una enfermedad, pero ningún seguro médico de RD cubre el proceso de fertilidad asistida. De hecho, un estudio común indicado antes de un procedimiento de fertilidad es la histerosalpingografía, y para su autorización las aseguradoras piden otros estudios (para justificar si es indicado por presencia de miomas o un pólipo, por ejemplo), porque si el motivo es para saber la permeabilidad ovárica no lo cubre, y el costo ronda los RD$7 mil, aproximadamente. A eso se le suman costosos medicamentos, además del procedimiento en sí. Victoria pagó por uno de ellos US$6.500 y se prepara para su cuarto intento. “El deseo de ser padres es nuestra prioridad. Otros de nuestros sueños han sido aplazados mientras logramos éste que emocional y económicamente nos ha costado tanto”.
Aunque cada caso es muy particular y no se puede hablar de estadísticas exactas, el porcentaje de éxito es:
coito programado (25 a un 28%), inseminación artificial (40 y 45%), in vitro (48 a 50%).