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De mi padre aprendí

De mi padre aprendí

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Carta editorial: Marzo 2022

Por Airam Toribio

Que los momentos difíciles son la excusa perfecta para comenzar una nueva historia, y que de ellos sólo saldrás apoyándote en los tuyos, pero aún más importante, desafiando tu mente cultivando sólo pensamientos positivos.

Que familia no necesariamente es la que lleva tu misma sangre y que los hombres también lloran.

Aprendí que las verdades dichas a medias siempre fueron mentiras, y que el ejemplo de una acción pesa más que el de las palabras. Que la integridad hablará más de ti que todo el talento del mundo y que la responsabilidad trae enormes recompensas y muchas satisfacciones futuras.

Me enseñó que el hombre no pierde su masculinidad al cocinar o peinar a sus hijas; que no todos los hombres son iguales.

Que aprender la lección a tiempo evitará futuros sabores amargos.

Que el amor sólo se vive de verdad cuando te entregas con todo, y que es difícil amar a otros cuando no lo has hecho contigo misma. Que quien te quiere te buscará aunque le hayas dicho muchas veces que se vaya. Que un gran abrazo es más valioso que un “Te quiero”; y que el hecho de que te deseen no quiere decir que te quieran.

Aprendí que podía ser lo que yo quisiera y que llevar la contraria, o nadar contra la corriente en búsqueda de tus sueños, al final valdría la pena.

Gracias a él descubrí que viajar engrandece el alma y es el mejor networking entre culturas (sí, más que las redes sociales). Que no hay edad para empezar de nuevo: en el trabajo, los estudios, el amor…

Que no hay roles para mujeres y roles para hombres. Aprendí a respetar el amor en todas sus presentaciones, a respetar las decisiones de los demás.

A dejar ir. A dar espacio. A soltar.

Que ser un padre ejemplar muchas veces significa renunciar al ego.

Que reírse de uno mismo es la mejor medicina ante el “fracaso”.

Y aún sigo aprendiendo…

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