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Los amantes perfectos

Los amantes perfectos

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Reconozcámoslo, aunque la belleza esté en el interior, lo primero que nos atrae del otro es su aspecto físico. Estética que, automáticamente, relacionamos con una forma de ser, pensar o sentir que nos resulta atractiva y que, afortunadamente, no todos compartimos sino que interpretamos de mil maneras distintas. Las caderas anchas, los pechos generosos y la piel tersa en las mujeres, y la mandíbula pronunciada en los hombres, eran sinónimos de buenos genes y aumentaban la posibilidad de tener una fuerte y saludable descendencia. Rasgos que siguen resultando interesantes, aunque nuestro fin último no sea la reproducción, sino únicamente el apareamiento. También hay que tener en cuenta los llamados “indicadores de buenos recursos”, dinero, propiedades inmuebles o títulos universitarios –éste último no cuenta, si se vive en España– que, si lo que se busca es una relación a largo plazo, han sido muy determinantes a lo largo de la historia, porque aunque ya sabemos que el dinero no da la felicidad, sí posee la capacidad de transformar, al menos en estéticamente correcto, la fealdad más absoluta.

Un tema clásico del mundo del erotismo es hablar sobre los rasgos físicos que nos resultan más excitantes, que actúan como un resorte estimulando la producción de hormonas y la libido por el simple hecho de ver una determinada imagen; antes, incluso, de que nuestra mente empiece a sacar sus propias deducciones. De ser cierta esta posibilidad, yo diría que estuvo reducida a una época muy corta de la historia del homo sapiens, probablemente cuando aún no existía el lenguaje, nos comunicábamos por sonidos guturales y las cuevas todavía no estaban en venta, ni siquiera en alquiler. Tal vez entonces nos guiáramos solo por nuestros instintos, pero en cuanto la sociedad empezó a complicarse y el hombre dejó de vivir en un presente continuo, la cabeza comenzó a trabajar y a elucubrar, dando paso a la era de las segundas intenciones.

Uno de los últimos sondeos que se han hecho respecto a los rasgos físicos masculinos que resultan más atractivos para las mujeres constituye un claro ejemplo de la idea de que es, prácticamente imposible, separar atracción física de instantánea reflexión mental y que, por buscar un paralelismo, podríamos relacionarla con la interacción cuerpo-mente en el mundo de la medicina.

La firma de ropa masculina Jacamo realizó esta primavera un estudio en el Reino Unido para determinar cómo dibujaban los dos géneros, físicamente, al marido perfecto. Los resultados fueron sorprendentes, porque las ideas de los hombres y de las mujeres eran bastante diferentes. Los varones pronosticaron que los gustos de las chicas serían un conglomerado entre el pelo de Justin Bieber, la cara simétrica de Gerard Butler, los brazos de Hugh Jackman, el actor que da vida a Lobezno, los potentes abdominales del modelo inglés David Gandy y las piernas de Cristiano Ronaldo. Sin embargo, las mujeres se conformaron con mucho menos y pidieron un compendio de la sonrisa del príncipe Harry, el pelo del actor James Corden, los brazos, nada tonificados, del cómico inglés Paddy McGuinness, el estómago del ex jugador de rugby de la selección inglesa, Ben Cohen, que deja claro que lleva tiempo retirado de la vida deportiva, y las piernas del presentador de televisión y locutor de radio inglés, Jonathan Ross, que nunca han estado muy al descubierto y por eso mismo nos abstenemos de hacer comentarios. Estos extraños resultados pueden suscitar muchas preguntas. De momento se me ocurren tres: ¿tienen las mujeres tan mal gusto?, ¿por qué pudiendo echar a volar la imaginación y pedir un menú completo se conforman con algo de andar por casa? Una de las conclusiones del estudio es que las relaciones que tienen más éxito son las que se dan con el “boy next door”, en vez de con el “gladiator look” ya que, como el portavoz de Jacamo explicaba al diario inglés Daily Mail, “las mujeres nos dicen que los hombres con cuerpos normales son vistos como más familiares y que ponen más atención en sus parejas que en ellos mismos. Mientras los cachas, aunque sean los que antes entran por el ojo, son considerados por la mayoría de las chicas como una mala apuesta en las distancias largas, porque puede que estén más obsesionados en ellos mismos, que en las necesidades de los demás”. Yo añadiría que esta reflexión puede que se la hagan no solo las mujeres que buscan un padre para sus hijos, sino incluso las que solo van detrás de un revolcón, ya que el excesivo egoísmo se manifiesta en todas las facetas de la vida y, también, en la cama.

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No hay demasiadas encuestas sobre los rasgos físicos que debería tener la esposa perfecta, excepto una llevada a cabo por científicos de la Geneva School of Business, que aconsejaban que ella debía tener cinco años menos que él, ser de la misma clase social y superar en inteligencia al marido, si el fin último de la unión es que ésta fuera duradera. Lo que sí abundan son las opiniones sobre cómo debería ser físicamente la mujer perfecta. En EEUU se realizó otra encuesta con esta importante cuestión, llevada a cabo por la firma de lencería Bluebelle, que también preguntaba a ambos sexos. Ellas confeccionaron su particular “sueño estético” con el pelo de la duquesa de Cambridge, el rostro de Cara Delevingne, el pecho de Jennifer Aniston, el estómago de Gwyneth Paltrow, las caderas de Emma Watson y las piernas de Elle Macpherson. Puestos a pedir, los hombres no eligieron a la vecina de enfrente, sino a la, según ellos, supermujer que encarnaba atributos como el pelo de Scarlett Johansson, la cara de Megan Fox, el pecho de Kim Kardashian, la tripa convexa de Michelle Keegan, las caderas de la curvilínea Kelly Brook y las interminables piernas de la modelo Rosie Huntington-Whiteley. ¡Soñar es gratis, señores!

Es evidente que los hombres son más exigentes y ellas más fáciles de conformar, por eso si uno sale a la calle y empieza a fijarse en la fisionomía de las parejas, verá que es más fácil encontrar mujeres guapas con hombres físicamente mediocres, que el caso contrario. Es probable que, como dice el estudio de Jacamo, queramos algo más que una tableta de chocolate andante –y aquí las tabletas de chocolate deberían empezar a reivindicar que también pueden tener cerebro, y a pleno rendimiento–, pero esta misma filosofía se extiende también a los amantes, a los hombres de una sola noche, a las canas al aire. Al menos eso es lo que se deduce del estudio de Victoria Milán, la web de citas para hombres y mujeres casados o con pareja que buscan tener una aventura discreta. En su búsqueda por determinar los rasgos físicos del amante perfecto/a llegaron a la conclusión de que el 62% de las mujeres valora más la personalidad que el físico; mientras que el 67% de los varones opina que la imagen es lo que más importa. En lo que la mayoría de los hombres coincide (41%) es en que la amante perfecta debe tener el pelo largo, el 40% opina que debe ser delgada, el 39% que tenga curvas, le sigue una mirada atractiva, que sea alta y que esté en forma. En cuanto a la forma de vestir, tan solo el 11% se fija en la indumentaria –¡para lo que va a durar!, pensarán–, mientras nosotras dedicamos media vida a recorrer tiendas en busca del look perfecto y las blogueras de moda su existencia completa a proponernos alternativas para la mañana, la tarde y la noche. Para que no me tachen de feminista diré que los hombres tienen también en cuenta otras cualidades, entre las más solicitadas están, por este orden: que sea amable, divertida y juvenil. Otras más profundas, como ser madura emocional o intelectualmente, también importan, aunque solo al 3,9% de los encuestados… (más de la historia en S Moda)

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